Los adultos mayores, tradicionalmente menos inclinados a la tecnología, están pasando cada vez más horas frente a pantallas de televisores, smartphones y tabletas.
Es esencial no normalizar el consumo. Fumar porros “no es habitual” y supone riesgos. Más allá de los físicos, en el día a día: conflictos en la familia, menor rendimiento escolar, alejamiento del grupo social... Son problemas cercanos.